Expectativas

Expectativas

¿Qué pasa cuando salimos a comer? ¿Qué buscamos? ¿Qué queremos? ¿Solo se trata de llenar la panza? Hoy un texto sobre el encuentro de dos mundos para leer el domingo en casa

Un día cualquiera

 

Viernes 8,30hs. En algún lugar de Puerto Madryn Martina se prepara un café en la oficina. Salió muy rápido de su casa y no hizo tiempo a desayunar.

Comienza su último día de trabajo de una larga semana. Mientras prepara su café revisa su celular, como tantas veces lo hará en el día. Se detiene en una publicación de instagram.

En una foto de un plato: “Tagliatelle con langostinos y gírgolas”.
 

 

A la misma hora en otro lugar de la ciudad Facundo está vestido de cocinero hace rato. Su lista de tareas hoy es interminable. Se aproxima un fin de semana largo, hay cambio de carta y van a tener mucho trabajo en el restaurante.

El se encarga de los platos principales, Marcela de las entradas y Mario de los postres.

Mientras amasa las pastas de la noche tararea una canción italiana. Siempre le pasa. Amasar pasta le hace acordar a su infancia, a su mamá y a una mesada llena de harina y fideos.

Entre los platos nuevos hay uno que aprendió hace muchos años en un compañero “Tagliatelle con langostinos y gírgolas”.


A las 10.00hs llega Carlos con el pedido de la pescadería. Los langostinos hoy están increíbles.
Con paciencia Facundo comienza con la limpieza. Primero separa la cabeza para un caldo de langostinos, arranca las patas y luego la carcaza. Con un cuchillo pequeño hace un tajo, fino, limpio en el lomo del langostino y con rapidez quita la vena central intentando no dañar mucho el producto.

El cambio, tardanza o problema con algún proveedor puede hacer que tenga que hacer nuevos cambios en algunos platos de la carta y con ello reevaluar toda la propuesta.

 

La mañana pasa volando. La oficina no tiene ventanas y Martina a veces no sabe en qué momento del día está. Odia que le pase eso. Supone que se acerca el mediodía, tiene hambre. Se acuerda de la foto de instagram. La busca y se la envía por mensaje directo a Camila acompañada de una sola palabra: “¿Vamos?”  No importa que sea fin de mes. Se lo merece. Trabajo, cumplió todo el mes y ese es su regalo.

Camila responde: “Sí.” Martina sonríe. Será un gran viernes.

 

Son las 19.30hs en el restaurante y no hay más tiempo. El momento para la cena de personal es corto, rápido y muchas veces de pié. Es hora de repasar la nueva carta, chequear cantidades y reservas. Queda poco y el servicio está por comenzar. El salón estará lleno. Paliza asegurada.

 

Para Martina el día laboral terminó y se prepara para la salida, elije un vestido color camel que combina con los zapatos que compró en su último viaje.

Le gusta salir a comer.  

Martina llega primero al restaurante, a las 21.00hs. Pide un trago y se acomoda en la mesa asignada por el jefe de sala. Es un lugar hermoso. Con vista a la calle y al mismo tiempo al amplio salón que comienza a llenarse poco a poco.

Minutos después llega Camila. Miran la carta y hacen el pedido. Camila risotto de vieras. Martina ya sabe que va a pedir antes de ver la carta.
 

Facundo mira el reloj. Son las 21,20hs. El servicio comenzó hace rato. Casi todas las mesas están ocupadas.

Cuatro minutos después Andrés camarero dice ya están listos para salir con la mesa 8. Terminaron las entradas. 

Entra el pedido de la mesa 8. No hay entradas. Dos principales: Risotto y Pasta. Hay ajetreo pero marcha el pedido


Veinte minutos están listos ¡Sale la 8! Dice Marcela. Sale la 8 dice Facundo. Es el momento.
 

Pone a punto el risotto con los últimos detalles, manteca, queso parmesano de buena calidad y unas hojas de orégano fresco.
La pasta está lista y la sartén con la salsa esperando. Igual que Martina.

Marchan los platos a la mesa.

Ellas están felices. Martina prueba el primer bocado y ZAS!

Abre los ojos muy grandes para que Camila la vea. Está expresando una mezcla de alegría y felicidad. Todo junto.

 
Sin saberlo y sin querer dos mundos chocan. Dos expectativas chocan. Facundo amando y disfrutando lo que hace, y Camila comiendo, festejando y festejándose.

En muchas mesas esa noche en Puerto Madryn va a pasar eso. Y los protagonistas nunca lo van a saber.

Siempre que salimos a comer hay un intercambio. Siempre que vendemos un producto hay un intercambio. Y ese intercambio no es dinero por comida.

 

Es un intercambio de expectativas. Y está bien que así sea.

¿Qué pasa cuando salimos a comer? ¿Qué buscamos? ¿Qué queremos? ¿Solo se trata de llenar la panza? Hoy un texto sobre el encuentro de dos mundos para leer el domingo en casa

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