Muchas veces, charlando con vendedores (alumnos, emprendedores, colegas) hago la siguiente pregunta ¿A quién le vendés? ¿Quién es tu cliente?
La respuesta más común es: le vendo a LA GENTE (así con mayúsculas).
Ok, ok. Estamos de acuerdo pero, ¿Quién es esa gente?
Cuando queremos vender productos es fundamental pensar a quien le vamos a vender ese producto.
“La gente” implica mucha gente. Toda la gente.
Un abanico de clientes que no vas a poder abarcar. Y que muy probablemente no quieras abarcar.
Si yo no soy cliente para todas las marcas ¿por qué todo el mundo va a ser para mí?
¿Te preguntaste alguna vez si querés venderle a todo el mundo?
- Si, Juan. Yo quiero vender la mayor cantidad de tortas posible.
En eso estamos de acuerdo. Pero a la hora de hacer un producto y comunicarlo vamos a encontrar dos problemas:
- El producto que hagas deberá ser muy simple para que le guste a todo el mundo y no deje a nadie afuera. También deberá tener un valor que cualquiera lo pueda pagar. Recordá: querés venderle a todo el mundo.Vas a tener que producir y vender muchísimo. Los márgenes de ganancia van a ser bajos.
- No vas a inventar la rueda. Vas a entrar a un mercado donde muchos competidores están haciendo lo mismo. Hace ya tiempo, y con clientela propia.
¿No sería mejor apuntar a un público específico? ¿Con gustos particulares?
Definir un tipo de público, conocer sus gustos y preferencias nos hará tomar mejores decisiones. Ahorrar tiempo y enfocarnos en lo que realmente vale la pena.
La magia estará en contactar con las personas correctas en el momento correcto. Como sucede ahora, con éste texto que estás leyendo.
Si necesitás ayuda escribime a info@unamesa.com.ar con tu consulta. Y si te puedo ayudar coordinamos una reunión para que puedas enfocar tu negocio en lo que realmente importa: vender.
Juan Pablo Lucero